El
mar de medio día
"El
pescador a más de el Mar, adoraba un tiburón o algún otro monstruo marino"
y se hacían rituales de protección para aquel que salía al mar y para que él
diera abundante pesca.
"y
andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puná
y Túmbez, aportaron allí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia
el poniente en balsas, navegando a la vela. De los cuales se informó de la
tierra de donde venían, que eran unas islas, llamadas una Auachumbi y otra
Niñachumbi, adonde había mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimos y
pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado,
determinó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar. Después de atisbar
de cómo Túpac Yupanqui se entero de la existencia de unas islas auachumbi y
ninachumbi, esto avisado y confirmado por un mercader llamado Autarqui. Se
determinó ir allá. Y para esto hizo una numerosísima cantidad de balsas, en que
embarcó más de veinte mil soldados escogidos. Navegó Topa Inga y fue y
descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y volvió de allá, de donde trajo
gente negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijadas de
caballo. Hago instancia en esto, porque a los que supieren algo de Indias les
parecerá una caso extraño y dificultoso de creer".
Pedro
Sarmiento de Gamboa
Los
habitantes de las tierras equinocciales fueron expertos navegantes, de ellos
los más célebres sin duda los manteños. La fama de los habitantes de la antigua
Jocay (hoy puerto de Manta), se extendía por todas las tierras de Amaraka,
tanto que incluso los más nobles de otras tierras llegaban para que los
manteños los trasladasen por los mares hacia distintos destinos.